Rocetas de maíz, palomitas, pochoclo, son llamadas de distintas maneras alrededor de todo el mundo, en Bolivia las llamamos: pipocas.
La historia de las pipocas es algo singular, o no te has preguntado alguna vez de casualidad ¿cuál es el origen de las pipocas? Quizás más de uno se ha pasado la vida comiendo este aperitivo sin saber nada sobre ellas, más allá de cómo se hacen.
Increíblemente su origen se remonta a la época de las antiguas tribus nativas de América, que ponían las mazorcas que guardaban sobre las brasas del fuego y luego de esperar un rato...tenían unas ricas pipocas para desgustar. Desde ese tiempo las pipocas eran infaltables para ciertos momentos, y definitivamente lo siguen siendo ¿o acaso te imaginas una película en el cine sin un gran tazón de pipocas? Tienen que estar presentes, ya sean dulces o saladas, tienen que ser nuestras compañeras.
Entre pipocas y películas, surgen a relucir recuerdos de buenos tiempos. Seguramente a ustedes también les traen muchos recuerdos, tal vez de una película en específico, del cine al que siempre iban en la infancia, de sus amigos, de sus familiares. A mi se me viene a la mente mis primeros años de colegio, mis padres sólo nos permitían comprar pipocas cuando nos daban algo de dinero, pero qué mejor que pipocas para merendar!
En esta ciudad son especialmente populares, no solamente en los colegios, sino en los mercados. Los vendedores las preparan en carritos exclusivamente armados para hacer pipocas, saliendo al aterdecer, sobretodo en los días que el clima está fresco, que es cuando más te hacen desear una bolsita de pipocas.